La ablación femenina no solo ocurre en África: en España se practica ilegalmente

  • El 6 de febrero es el Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina.
  • Hablamos con una española a la que le practicaron una mutilación genital en Barcelona.
  • "Estuve a punto de morir desangrada", relata la víctima quien se ha hecho una reconstrucción.
  • BLOG: Mutilación genital femenina: cortar a una niña, cortar su vida.
La ablación genital afecta hoy día a mujeres de hasta 55 años, muchas de las cuales desconocen que existe una cirugía para reparar la zona.
La ablación genital afecta hoy día a mujeres de hasta 55 años, muchas de las cuales desconocen que existe una cirugía para reparar la zona.
MIQUEL TAVERNA
La ablación genital afecta hoy día a mujeres de hasta 55 años, muchas de las cuales desconocen que existe una cirugía para reparar la zona.

Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina. La mayoría de medios publicaremos un tema contando que casi 3 millones de niñas sufren ablaciones cada día en el mundo.

Que se producen, sobre todo, en África (29 países) y Oriente Medio. Contaremos que hay que concienciar y educar para conseguir un cambio... Y quien lo lea, probablemente pensará que África queda muy lejos y se marchará a leer otras informaciones. La ablación femenina también se practica en España. No de manera legal, claro. Pero se realiza.

No hay una edad establecida (desde chicas muy jóvenes hasta mujeres de 55 años), aunque se intenta que sea cuando las mujeres son más vulnerables. Les abren las piernas y con una cuchilla o un trozo de vidrio les hacen la circuncisión. A veces, en grupo. No hay anestesia y la higiene es nula.

¿Por qué se comete esta barbaridad? Porque hay que domesticarlas. Porque no tienen derecho a sentir placer. Porque es una manera de permanecer fiel. Porque sin mutilación, no gustas a los hombres y no te casas. Porque son mujeres. Punto.

"Estuve a punto de morir porque me hicieron mal la mutilación cuando tenía menos de 1 año", relata Pepa, nombre ficticio para proteger la identidad de una mujer que ha sufrido mutilación genital. De nacionalidad española, pero de descendencia africana esta mujer de menos de 25 años fue mutilada en Mataró (Barcelona).

No recuerda nada de aquel horror, pero admite que siente rabia al pensar que fue otra mujer quien se lo hizo. Sufría tantas hemorragias, que su madre la llevó a un hospital. Gracias a eso, la policía intervino, aunque (por la época que era) sus padres no fueron a prisión. No obstante, desde entonces la justicia hace revisiones periódicas a sus hermanas para controlar que no sufren ningún tipo de maltrato.

Varios tipo de ablación

Existen distintos tipos de mutilación femenina, la más habitual consiste en la escisión del clítoris y parte de los labios menores. La más radical, conocida como circuncisión faraónica, es en la que extirpan todo y luego cosen los labios mayores, dejando un pequeño orificio para la menstruación. "El día que te casas y vas a mantener relaciones sexuales con tu marido será él quien puede quitarte esos puntos", comenta Pepa.

Si la mujer tiene la suerte de sobrevivir le esperan infecciones, relaciones sexuales en las que "sienten que se mueren del dolor", reglas que son un calvario, problemas al dar a luz, quistes, esterilidad... El dolor lo viven en silencio porque la mutilación femenina es un tabú, incluso entre féminas. "Deduzco que a mi madre se la hicieron, pero no hablamos de eso", cuenta Pepa.

Sin embargo, es fácil saber si a una mujer le han practicado una ablación ya que, por el dolor que conlleva, tienen un tipo de andar peculiar. "Esto hace que los hombres sepan si una mujer ha sido mutilada o no", relata Pepa.

Pocas mujeres saben que su vida puede mejorar. Desconocen que hay una cirugía de reconstrucción genital. En su caso, Pepa se enteró a través de internet de la existencia de la Fundación Iván Mañero (Barcelona), una institución que lleva más de diez años luchando contra esta práctica tanto en España como en Guinea Bissau.

Contactó con ellos y a través de su plan de ayudas para mujeres sin posibilidades económicas se le realizó la intervención de manera gratuita. La fundación colabora de manera directa con la Obra Social de la Caixa y con el Institut Catalá de la Salut, cuyas comadronas informan a las pacientes de que tienen esta alternativa.

Sin embargo, la presión que reciben de su familia o de su comunidad hace que la mayoría no dé el paso. "Mi padre me repudiaría si se enterase de que me he hecho una reconstrucción. Mi madre y hermanos no podrían hablarme", dice Pepa.

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